Hoy en el programa La Grieta charlamos con el politólogo, especialista en comunicación política.
En cuanto al análisis que hace sobre el manejo de comunicación de Alberto Fernández durante la pandemia: “Me parece que hubo etapas. Lo que significa la comunicación de riesgo hubo un muy buen inicio apelando a una imagen centrada en la toma de decisiones cooperativas, con mucha institucionalidad, y además con una actuación relativamente temprana en comparación con otros países. En ese momento, su imagen sube”, contestó Mario Riorda.
Sin embargo, continuó: “Ese éxito tuvo dos problemas: uno, el éxito se transformó en exitismo, y el sistema de comunicación fue reemplazado por el propio presidente, convertido en sí mismo en un sistema de comunicación; quitándole peso a los distintos voceros y voceras del gobierno; dando entrevistas a los medios de Buenos Aires a cada rato; perdiendo un encuadre, y a partir de eso empieza un tiempo distinto. Un hecho político muy significativo que fue un antes y un después de su imagen -y a mí entender, de la gestión de la pandemia- fue el caso Vicentín”, manifestó.
“Está claro que a los efectos de la opinión pública, Vicentín rompe con el concepto de apoyo, con el consenso social logrado y empieza a ‘re-agrietar’, con una puja de decisiones colectivas versus decisiones individuales, entre responsabilidad pública versus libertad”, explayó.
Hoy la imagen de Alberto Fernández “está muy por debajo del valor de aceptación” que tuvo al principio de su mandato. “La comunicación se desordena, y en todo lo que es la pandemia, la grieta se expande” y pasa a ser una “zona de confort”, afirmó, donde “haga lo que haga tiene como mínimo una base de sustento muy considerable, pero la otra mitad del país al frente”.
Respecto a la polémica crítica del presidente de la Nación en medio de un discurso al principal de salud, diciendo que se habían “relajado”, según Riorda: “Ahí hubo un desarrollo de lo que llamamos ‘mala praxis’, cuando en situaciones de crisis la discursividad no solo no mitiga, sino que la expande y la agrava”.
A esto suma que: “La comunicación política es la propia política expresada como acto público, y nadie cuestiona la libertad de una autoridad de decir lo que quiera decir en el momento que lo quiera decir, lo que cuestiono es que en esa libertad de actuar de esa figura traiga consecuencias perjudiciales para la necesidad de consenso; se trata de la responsabilidad de su propia jerarquía”.
Como especialista en la materia, aseguró que “la comunicación política necesita profesionalizarse, no tanto en las campañas electorales, sino básicamente en el gobierno y especialmente en situaciones de crisis y de riesgo”.
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