El Miniserio de Defensa ruso informó que utilizó misiles “Kinjal” para destruir un almacén subterráneo de armas en el oeste de Ucrania, algo inédito. El presidente ucraniano dijo que era hora de que Moscú accediera a “conversar” seriamente de paz.
Rusia intensificó su ofensiva en Ucrania, anunciando el uso, por primera vez, de un misil hipersónico, mientras que el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, declaró que era hora de que Moscú accediera a “conversar” seriamente de paz.
El Ministerio de Defensa ruso aseguró en la víspera que había utilizado misiles hipersónicos “Kinjal” para destruir un almacén subterráneo de armas en el oeste de Ucrania, algo inédito, según la agencia estatal Ria Novosti.
Este tipo de misiles, muy manejables, desafían todos los sistemas de defensa antiaérea, según el Kremlin.
Rusia nunca había informado previamente del uso de este misil balístico en ninguno de los dos conflictos donde es parte beligerante, Ucrania y Siria, precisó la agencia de noticias AFP.
Las negociaciones y los nuevos combates
El presidente Zelenski, por su parte, consideró que “las negociaciones sobre la paz y la seguridad de Ucrania son la única oportunidad que tiene Rusia de minimizar el daño causado por sus propios errores”.
“Es hora de reunirnos. Es hora de conversar. Es hora de restaurar la integridad territorial y la justicia para Ucrania”, reiteró el jefe de Estado en un video filmado de noche en una calle desierta y publicado hoy en Facebook.
“De lo contrario, las pérdidas para Rusia serán tales que tardará varias generaciones en recuperarse”, advirtió.
Sobre el terreno, los ataques continuaron en las afueras de Kiev, donde siete personas murieron y cinco resultaron heridas por el impacto de un obús contra un edificio residencial en la localidad de Makarev, a 70 kilómetros de la capital.
Otros proyectiles causaron daños en un edificio oficial y otras instalaciones de la provincia de Kiev.
El Kremlin, por su parte, declaró que habían destruido centros de radio e inteligencia en las afueras de la gran ciudad portuaria de Odesa, en Velikodolinske y Veliki Dalnik.
A 130 kilómetros al este, la localidad de Mikolaiv y su provincia homónima -consideradas como el último escudo antes de Odesa- son escenario de intensos combates y bombardeos rusos.
Los ataques aéreos rusos se sucedieron hoy a un ritmo vertiginoso en esta ciudad del sur de Ucrania, donde decenas de soldados fallecieron ayer luego de que un cuartel fuese alcanzado por seis cohetes, informó el gobernador regional, Vitali Klim.
“No alcanzamos a dar el alerta: cuando anunciamos una oleada, esta ya llegó. El mensaje (de alerta) y los bombardeos llegan al mismo tiempo”, afirmó Klim en las redes sociales.
El gobernador no dio ningún parte de daños ni de eventuales víctimas.
Un militar de 22 años, testigo del hecho, dijo a la agencia de noticias AFP que “había al menos 200 soldados durmiendo en los barracones” al momento del ataque y que “al menos 50 cadáveres fueron recuperados”, sin saber cuántos quedaban debajo de los escombros.
Esta tarde, la ciudad sureña de Zaporiyia, contra la cual Moscú anunció ayer haber lanzados dos misiles balísticos de corto alcance, entró en un toque de queda de 38 horas, después de que el ejército ucraniano ordenara a la gente quedarse en casa hasta la madrugada del lunes, informó el diario The Guardian.
En tanto, en el frente este, Ucrania admitió que había perdido “temporalmente” el acceso al mar de Azov, a pesar de que Rusia controla de facto toda la costa desde principios de marzo y del cerco de la estratégica ciudad portuaria de Mariupol.
Según un asesor del Ministerio del Interior ucraniano, Vadim Denisenko, citado por la agencia Interfax-Ucrania, la situación es “catastrófica” en Mariupol, ubicada en la provincia de Donetsk y sitiada por las tropas rusas.
“Se está luchando por Azovstal”, una gran fábrica de acero en las afueras de la urbe, indicó. “Una de las acerías más grandes de Europa se está arruinando de facto”, lamentó.
Las familias que han podido huir de la ciudad explicaron que los cadáveres yacían durante días en las calles.
“Ya no es Mariúpol, es un infierno”, dijo Tamara Kavunenko, de 58 años.
El ejército ruso aseguró ayer que había logrado entrar y combatir en el centro de Mariupol junto a milicias de la región separatista rusoparlante de Donetsk.
En tanto, la viceprimera ministra de Ucrania, Irina Vereshchuk, confirmó hoy el establecimiento de 10 corredores humanitarios para la evacuación de los civiles de las zonas de guerra, incluyendo Mariupol.
Según Zelenski, gracias a estos corredores humanitarios más de 180.000 ucranianos pudieron escapar de los combates, incluidas más de 9.000 personas de la estratégica ciudad portuaria.
“Pero los ocupantes siguen bloqueando la ayuda humanitaria, especialmente en áreas sensibles. Es una táctica bien conocida. (…) Es un crimen de guerra”, advirtió.
En ese contexto, el Ministerio de Defensa de Reino Unido consideró hoy que el Ejército ruso planea un cambio de estrategia para iniciar una guerra de “desgaste”, lo que llevará a “un aumento de las víctimas civiles, la destrucción de la infraestructura y el empeoramiento de la crisis humanitaria”.
Las potencias occidentales intentan presionar a Rusia para que termine su ofensiva mediante sanciones financieras, tecnológicas y personales contra altas autoridades y aliados del Kremlin.
El primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, propuso hoy que la Unión Europea imponga un bloqueo total del comercio con Rusia como próximo paso.
Precisó que se trata de la prohibición de la entrada de barcos bajo la bandera rusa con productos rusos en los puertos, así como la prohibición del comercio por rutas terrestres.
Desde que se inició la invasión rusa de Ucrania el 24 de febrero, Kiev y Moscú ya celebraron varias rondas de negociaciones, en persona y por videoconferencia. La cuarta se abrió el lunes.
El jefe de la delegación rusa habló ayer de una “reconciliación” de posiciones sobre la cuestión de un estatus neutral para Ucrania -similar al de Suecia y Austria- y avances en la desmilitarización del país. No obstante, también dijo que había “matices” que discutir sobre las “garantías de seguridad” requeridas para Ucrania.
Pero un miembro de la delegación ucraniana, el asesor de la presidencia Mikhailo Podoliak, advirtió que las “declaraciones de la parte rusa son solo el inicio de sus exigencias”.
Sobre esto habló hoy también el canciller ruso, Serguei Lavrov, al reiterar su deseo de alcanzar un acuerdo integral sobre el estatus neutral de Ucrania, lo que frenaría un eventual ingreso a la OTAN.
“Espero que (la invasión) termine con la firma de los documentos integrales sobre los asuntos mencionados: el tema de seguridad, el estatus neutral de Ucrania con garantías de su seguridad”, dijo Lavrov, citado por la agencia de noticias Sputnik.
Según un recuento del 18 de marzo del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh), al menos 816 civiles murieron en el país y más de 1.333 resultaron heridos, si bien el organismo cree que el balance real es “considerablemente más alto”, ya que la recepción de datos de algunos lugares donde se han producido intensas hostilidades se ha retrasado y muchos informes aún están pendientes de comprobación.
Desde el 24 de febrero, más de 3,2 millones de ucranianos han emprendido el camino del exilio, casi dos tercios de ellos a Polonia, a veces solo una etapa antes de continuar su éxodo.
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