El panorama de un sector sensible a las oscilaciones del tipo de cambio y a las políticas de apertura o protección fue sintetizado en una entrevista a Télam por Horacio Moschetto, secretario general de la Cámara de la Industria del Calzado, quien consideró “un poco lógicos” esos desajustes.
La industria del calzado se prepara para cerrar un 2022 en el que podría alcanzar su récord en producción y superar así los 125 millones de pares elaborados en 2015, pero al mismo tiempo enfrenta dos “cuellos de botella” derivados tanto de los vaivenes de la actividad en las últimas décadas y su efecto en la capacitación de la mano de obra, como de los inconvenientes en la provisión de insumos locales y del exterior.
El panorama de un sector sensible como pocos a las oscilaciones del tipo de cambio y a las políticas de apertura o protección, fue sintetizado en una entrevista concedida a Télam por Horacio Moschetto, secretario general de la Cámara de la Industria del Calzado (CIC), quien consideró “un poco lógicos” esos desajustes.
Moschetto señaló que el récord de producción del sector se dio en 2015, con 125 millones de pares, un nivel que tuvo un descenso acelerado si se tiene en cuenta que al año siguiente se elaboraron 111 millones y que la tendencia declinante se consolidó en los años siguientes, hasta llegar a los 80 millones de pares en 2019 y, pandemia mediante, 56 millones en 2020, la marca más baja desde 2003.
La recuperación llegó en 2021 con un 91% de crecimiento anual que llevó la producción nacional a 107 millones de pares, con una expectativa de “llegar este año a igualar el récord de 125 millones en inclusive podemos crecer más”, se entusiasmó el secretario general de la CIC.
“Tuvimos el lanzamiento de la temporada de verano a fines de junio y tenemos muy buenas perspectivas”, remarcó.
No obstante, el camino no está libre de obstáculos que se fueron acumulando con el transcurso de los años: el cierre de empresas, la baja en los niveles de producción y la ruptura de la tradicional capacitación intergeneracional fueron tres factores que afectaron de lleno a la mano de obra y en especial al aparado, una de las actividades principales en la confección del calzado consistente en la unión de piezas del corte por pegado y costura.
La “notable falta de mano de obra” fue puesta de manifiesto por la conducción de la CIC en Efica (Exposición de Fabricantes de la Industria del Calzado y Afines), aunque Moschetto señaló que el sector empresario “tomó cartas en el asunto” con “la capacitación de nuevos operarios”.
Al respecto, destacó la habilitación de dos centros de capacitación en los partidos bonaerenses de Avellaneda y La Matanza (epicentro histórico de la industria del calzado), más uno en formación en Lanús y en el interior de la provincia de Buenos Aires, además de otro funcionando en el INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial).
Asimismo, en 2018 la CIC acordó con la Universidad de Palermo el lanzamiento de la carrera de Diseñador de Calzado -primera en América Latina- con el objetivo de profesionalizar y especializar a los operarios del sector.
“Son trabajadores que después se van a ir sumando a la industria”, confió Moschetto, quien indicó que esa pérdida de mano de obra capacitada “es algo que se fue dando con el cierre de fábricas y la reducción de la producción, se fue perdido la transmisión de conocimientos de generación en generación, lo que derivó en que algunos oficios se fueron trasladando a otras ocupaciones”, un fenómeno compartido con la industria textil y la marroquinera, entre otras.
Otro de los problemas de la actividad pasa por la provisión de insumos, tanto lo elaborados en el país (por el aumento de sus precios) como los importados, en este caso adhesivos, químicos, compuestos como la Goma Eva o el PVC, así como “algunos materiales de tela y forrerías”, detalló el secretario general de la CIC.
Moschetto también se refirió a la relación de la industria y el comercio del calzado local con Brasil, con el que se arrastra una balanza deficitaria desde hace décadas.
“Quisiéramos una balanza más equilibrada, siempre requerimos que el mercado brasileño consuma más pares argentinos”, planteó, además de apuntar a “trabajar y salir a buscar mercados externos de manera conjunta” como una de las “cuentas pendientes” del sector.
Al respecto, consideró que presentándose al resto del mundo como socios del Mercosur podría acordarse una integración, en la que la industria de cada país podría avanzar con sus respectivas especialidades.
“Por ejemplo, nosotros podríamos hacer punta con las botas de cuero y el calzado masculino de alta gama, en tanto ellos son más fuertes en la línea de damas, sandalias y ojotas”, finalizó.
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