El cadáver mantiene una hoz alrededor de su cuello, y al parecer fue colocado como parte de un ritual para evitar que la difunta volviera a levantarse, al igual que un candado en el dedo gordo del pie izquierdo.
La mujer tenía un gorro de seda en la cabeza, una costosa prenda que apunta a un alto estatus social. Además, un diente delantero sobresaliente supone un rasgo facial que podía asociarse con el vampirismo en la percepción de los lugareños supersticiosos.
La hoz “no estaba colocada en posición horizontal, sino sobre el cuello de tal forma que si la fallecida hubiera intentado levantarse, lo más probable es que la cabeza se hubiera cortado o lesionado”.
El candado “simboliza el cierre de una etapa y la imposibilidad de volver”.
Demonización post-muerte
La superstición sostiene que una «mala muerte» puede causar que el difunto regrese a atormentar a los vivos. Una muerte violenta o inesperada, un accidente o un suicidio, o fallecer antes de ser bautizado, puede llevar a que la persona se transforme en uno de 14 demonios.
De igual manera, los individuos considerados como «los otros», aquellos que presuntamente tenían poderes sobrenaturales, tenían el mismo riesgo de convertirse en demonios tras la muerte.
Habitualmente, estas personas eran enterradas en las afueras de los cementerios, en ubicaciones liminales, donde las transformaciones ocurrirían.
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