El panorama para Vicentin se complica tras la adquisición de las acreencias de los bancos internacionales por parte del grupo inversor Cima SA, movimiento que lo posiciona como el principal acreedor de la agroexportadora. Este inesperado giro deja al directorio de Vicentin en una situación delicada, ya que Cima será un actor clave en el cram down si la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe rechaza la homologación del acuerdo de acreedores y habilita el salvataje.
Un nuevo jugador, nuevas estrategias
Cima SA no tardó en dejar claras sus intenciones. En un comunicado, expresó estar “en diálogo con diversos actores interesados en el proceso, incluyendo al Grupo Grassi, con miras a explorar su participación en un eventual cram down”. Esta declaración encendió las alarmas en el seno de Vicentin, que ahora evalúa un cambio de estrategia. Según trascendió, las conversaciones entre los directores de la empresa y los representantes de los bancos extranjeros que cedieron sus acreencias no fueron cordiales, dejando expuesta la tensión en un escenario cada vez más complejo.
El establishment agroexportador se resiste al cambio
El impacto de la posible entrada de Cima también generó reacciones adversas en el sector agroexportador, que históricamente ha preferido mantener a Vicentin dentro de su órbita. Grandes jugadores como Bunge y ACA, interesados en los activos de la agroexportadora, observan con recelo cualquier alternativa que pueda abrir la puerta a nuevos competidores. Además, el sector ha sembrado dudas sobre la viabilidad de un cram down, advirtiendo sobre posibles dificultades operativas, como la falta de financiamiento para la compra de granos y la pérdida de confianza por parte de importadores internacionales.
Vicentin, por su parte, refuerza estas versiones como estrategia de presión hacia la Corte, argumentando que, de abrirse el cram down, los contratos de fazón con Bunge y ACA quedarían en riesgo, lo que provocaría el cierre de plantas y el despido masivo de empleados.
Una luz en el horizonte: el interés extranjero
Sin embargo, el fideicomiso de acreedores comerciales liderado por el Grupo Grassi trabaja silenciosamente para revertir este clima de pesimismo. Fuentes cercanas aseguran que se están explorando acuerdos con grandes empresas extranjeras sin activos en Argentina, interesadas en ingresar al negocio agroexportador. Estas compañías, principalmente chinas, ven una oportunidad en el prestigio del agro argentino y en la posibilidad de asociarse con un grupo local en tiempos de apertura económica.
El reloj judicial corre
Mientras tanto, la decisión de la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe mantiene en vilo a todas las partes. Aunque Vicentin espera un fallo antes de la feria judicial, fuentes en los pasillos de Tribunales anticipan que la resolución podría demorarse hasta febrero o marzo, dejando el futuro de la empresa en un tenso compás de espera.
El desenlace de este conflicto tiene implicancias que trascienden lo económico y lo judicial. La reconfiguración del mapa agroexportador argentino, con el ingreso de nuevos actores y las tensiones internas del sector, mantiene el caso Vicentin como un ejemplo de los desafíos de administrar una empresa en crisis en un entorno globalizado.
Un futuro incierto
Con un escenario lleno de incógnitas y actores que buscan capitalizar la crisis, el caso Vicentin avanza hacia un final que definirá no solo el destino de la agroexportadora, sino también las reglas del juego en el sector agroexportador argentino. La historia está lejos de terminar, y cada jugada contará.
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