En un oscuro giro del destino, la pacífica localidad de Los Amores se ve envuelta en un torbellino de violencia que deja a sus habitantes atónitos y consternados.
Fabián Sotelo, de 55 años, protagoniza un escalofriante episodio al perpetrar un asalto cargado de ira contra su expareja. Los rumores se propagan como el fuego en un campo seco, revelando una historia de desamor marcada por el temor y las amenazas.
Hace apenas unas semanas, la pareja puso fin a su relación, sumergiéndose en un océano de hostilidad y desconfianza. Desde entonces, la sombra de la violencia rondaba a la dama, quien vivía bajo la constante amenaza de su excompañero. Desesperada por salvaguardar su seguridad, obtuvo una orden de alejamiento para mantenerlo a distancia, pero parece que las barreras legales no fueron suficientes para detener el vendaval de furia que se avecinaba.
Los primeros rayos de sol del fatídico viernes 15 de marzo de 2024 apenas asomaban en el horizonte cuando el terror golpeó a la puerta de su hogar. Testigos relatan que Sotelo irrumpió con una determinación aterradora, montado en su moto y empuñando un arma blanca, mientras clamaba venganza con cada paso que daba. La escena parece sacada de una pesadilla, con la víctima luchando desesperadamente por su vida mientras el peligro acechaba en cada esquina de su hogar.
“¡Así te quería encontrar!”, resonaban las palabras cargadas de odio mientras el acero relucía en manos del agresor. Pero en un giro sorpresivo del destino, la valentía de la mujer se erigió como su mejor defensa. Con un acto de coraje inimaginable, logró arrebatarle el arma a su agresor y huir a gritos en busca de auxilio, dejando atrás un rastro de caos y desesperación.
Sin embargo, la calma no llegó con la rapidez esperada. La demora en la llegada de las autoridades sumió al pueblo en un abismo de incertidumbre, mientras los minutos se deslizaban como horas en medio del peligro latente. Una disculpa por parte de las fuerzas del orden, justificada por la banalidad de un neumático pinchado, no hizo más que avivar las llamas del malestar y la indignación entre los habitantes.
Los lazos familiares se convierten en el único consuelo en medio de la tormenta, mientras la víctima es trasladada al hospital local en busca de refugio y sanación. Sus allegados claman por justicia, exigiendo que se haga responsable al agresor por sus acciones despiadadas. Entre susurros de consternación y murmullos de incredulidad, los habitantes de Los Amores se enfrentan a una dolorosa verdad: la violencia ha dejado su huella indeleble en el corazón de su comunidad.
Luego del brutal ataque a su mujer, y cuando esta logró escapar, lanzó toda su ira contra la vivienda a la que prendió fuego quedando solo cenizas en el interior.
El destino de Fabián Sotelo, ahora bajo custodia y sujeto a la implacable mano de la justicia, pende de un hilo mientras aguarda su comparecencia ante el tribunal.
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