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Consejos psicológicos ante el aislamiento

El psicólogo reconquistense Jorge Guillermo Gabioud escribió un artículo con “consejos psicológicos ante el aislamiento social, preventivo y obligatorio”.

En el contexto actual de la pandemia, es primordial entender que el miedo es esperable y normal. Y si la ansiedad crece no debe percibirse sólo como algo malo o negativo, sino que hay que intentar generar a partir de ella conductas de cuidado y protección.

¿Qué es normal? Es normal sentirse tristes, padecer la incertidumbre, tener miedos, sufrir impotencia, sentirse fuera de control.

Los miedos más comunes pasan por pensar en que nos podemos contagiar o estar contagiados, entonces imaginar que tenemos síntomas cuando no los tenemos realmente (por ejemplo, que tenemos dolor de garganta, fiebre, dificultades para respirar, etc.), aumentar conductas defensivas de autoanálisis (siendo los más frecuentes los pensamientos de tipo obsesivos, persecutorios, hipocondríacos, etc.).

Otros miedos típicos de estas situaciones se desatan por preocupaciones por el panorama social. El temor a la falta de alimentos puede conducir a algunas personas a realizar provistas exageradas, a la compra indiscriminada de medicaciones y de elementos de cuidado. A veces se piensa que sólo por tener elementos de cuidado (alcohol en gel, guantes, barbijos), ellos de forma “mágica” nos van a salvar del virus, cuando los especialistas sugieren que los mismos en la población general incluso a veces aumentan riesgos por proporcionar una sensación de excesiva seguridad, de forma “supersticiosa”.

Respecto el acceso a la información, si no guardamos racionalidad, nos podemos dejar llevar por teorías de empeoramiento, de ocultamiento, de conspiraciones. Naturalmente, este contexto social y económico fácilmente puede generar emociones negativas intensas como tristeza, irritabilidad, enojo. De no poder manejarla es cuando se puede dar la activación fisiológica, expresada sobre todo por una alerta constante, causante de las reacciones típicas de la ansiedad (físicas: palpitaciones, sudor, falta de aliento, cansancio; o psíquicas: preocupación excesiva, pensamiento intrusivo, malestar, etc.).

Por los descripto, es muy importante reconocer nuestras reacciones y saber de dónde vienen.

Paso a transmitir algunos consejos que pueden hacer más llevadero y saludable el aislamiento.

Evitar el exceso de información. Consiste sencillamente en no estar todo el día dando vueltas alrededor del Coronavirus. Esto lleva a saturarse de datos e información, que puede colapsar la capacidad de afrontamiento del psiquismo; aumentar el miedo e incluso sobrecargar el esfuerzo mental, llevando a consumir mayor cantidad de información, incluso falsa. Los medios de comunicación (televisión, radio, internet, redes sociales) sirven para mantenernos comunicados e informados, pero también pueden ocasionarnos confusión. Lo ideal es mantener un comunicador, un horario y un tiempo restringido para informarse, y asesorarse respecto a la fiabilidad de las fuentes.

Conservar hábitos saludables. Fomentar el cuidado personal, mantener una rutina respecto a horarios, alimentación, ejercicio físico, cuidado personal. Algo tan sencillo como vestirse con ropa de calle puede ayudar, porque hasta los hábitos de vestimenta se suelen alterar.

Dado que en la cuarentena no hay nada de esto impuesto es más fácil perder los hábitos, y esto podría generar desorden y ansiedad. Por esto es necesario mantener una rutina con objetivos alcanzables; tampoco se pueden hacer cosas que regularmente no se hacían y ahora de manera mágica se van a poder lograr. Estos objetivos dependen de cada uno. Resulta un desafío encontrar un sentido a las propias conductas, sin que estén impuestas por otro.

Es tiempo de suplir programas y no pensar en fechas límites. Es importante tener en consideración que luego de cierto tiempo manteniendo una rutina en el aislamiento puede disminuir el ánimo y aparecer falta de voluntad, tristeza, dificultad para hallar placer; porque se suelen perder los refuerzos externos de las acciones y esto puede causar aburrimiento, soledad, frustración, etc.

Controlar la manera de pensar. Si bien es necesario mantener una visión realista, esta debe ser positiva. Evitar sumirse en ideas catastróficas, las emociones nos deben ayudar y jugar a nuestro favor. Enroscarse y rumiar (masticar los pensamientos continuamente) agrava la percepción de la situación. Los pensamientos inciden en nuestra mirada acerca de la realidad, pero no son la realidad misma. Además, dejarse desbordar por las emociones sin hacer nada más que eso muchas veces no alcanza. No es sumergiéndose en emociones negativas como las vamos a lograr suprimir.

Un consejo es reflexionar respecto a si lo que estoy pensando realmente me ayuda o simplemente si lo que estoy pensando lo daría como consejo a otras personas.

Es tiempo de mantener la esperanza y darse ánimo mutuamente. Es importante para esto utilizar nuestra imaginación y conservar el buen humor, aquel respetuoso y empático.

Permitir asignarnos tiempos. Sea para el ocio y el entretenimiento, es importante asignar un lapso para el juego, a veces de ser posible combinarlo con el ocio y el trabajo hogareño o laboral propiamente dicho. Darse tiempo para compartirlo con los convivientes, pero también espacio para la intimidad más allá de los otros. Expresar las ganas de estar solos o la necesidad de relax individual.

Buscar apoyo social. Es de suma importancia sostenerse en vínculos funcionales y mantener el contacto social. Los tiempos modernos nos ayudan muchísimo con la tecnología. Salvo la imposible barrera física de la distancia, es posible estar comunicados y nutrirse del contacto saludable con el otro.

A muchas personas las ayuda el pensar en sentido comunitario, es decir a quién podemos ayudar y de qué manera.

Solicitar ayuda. Transmitir lo que nos pasa a los vínculos de confianza e incluso pedir asesoramiento psicológico es posible más allá del aislamiento.

Esta situación pasará.

El desafío individual y colectivo pasa por salir fortalecidos y con nuevos proyectos.

Mientras tanto les dejo un saludo.

Lic. en Psicología Jorge Guillermo Gabioud.

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