Si bien el Presupuesto proyectó un déficit sin intereses de 8,3% del producto a lo largo del 2020, las recientes señales oficiales y las estimaciones de algunas consultoras privadas dejan entrever que estará bastante por debajo y podría llegar incluso al 6,5%. Moderar el rojo puede ayudar a evitar una devaluación y una mayor caída del PBI.
El déficit fiscal terminará el año por debajo de lo esperado. El dato es alentador para el Plan Guzmán, que pretende, además de achicar la brecha cambiaria, dar señales de moderación fiscal y monetaria al mercado, para aliviar las presiones devaluatorias. Si se toma como indicador lo que prevé enviar el BCRA al Tesoro como Transferencias de Utilidades en lo que queda del año, el rojo primario sería de 7% del PBI, bastante menos que el 8,3% que prevé el Presupuesto.
Ya más de una consultora coincide en que el déficit primario estará en niveles inferiores a lo proyectado. Aunque el año terminará con un rojo extraordinario, y de niveles récord para los últimos al menos 30 años, el Gobierno lograría dar una señal de que, dejada atrás la pandemia, encontrará un sendero “racional”, de cara al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Eso no está libre de impactos negativos ya que la economía depende del gasto público para dejar atrás la recesión pandémica (de hecho, por eso el récord de rojo fiscal ocurrió en el grueso de los países). Pero, a la vez, sin estabilidad del dólar, no hay recuperación posible.
Desde el Ministerio de Economía se comprometieron a no pedir más dinero al BCRA a través de los Adelantos Transitorios. Así, el canal elegido para financiar el rojo primario será principalmente el de las Transferencias de Utilidades. La modificación presupuestaria de julio señaló que para el segundo semestre las Transferencias de Utilidades totalizarían $666.982 millones. Como entre julio y octubre se utilizaron ya $262.000 millones, cabe inferir que quedan disponibles otros $404.982 millones.
Como además Economía apunta a obtener un financimiento neto del 10% de los vencimientos que quedan en el último bimestre (llegan a un total de $773.000 millones), lo que implica que contará con otros $77.300 millones, se llega a que el financiamiento del Tesoro totalizará $481.000 millones.
Ese calculó llevó a la consultora PxQ a afirmar: “Si se toma como proxy del déficit primario del último trimestre los $481.000 millones que el Tesoro espera recibir entre utilidades del BCRA y financiamiento de mercado, el déficit de 2020 cerraría en torno a 7% del PBI. Es factible pensar que si la recaudación continúa mejorando por encima de lo previsto y el gasto de capital continúa por el sendero de los últimos meses (sub-ejecutando lo presupuestado), el resultado primario podría incluso cerrar en torno a -6,6%. En este último caso el Tesoro podría optar por no hacer uso del total de la asistencia vía utilidades y/o cancelar adelantos transitorios con el financiamiento obtenido vía colocaciones de deuda”.
Un informe del Área Fiscal y Políticas Públicas del Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP), dependiente de la UBA, coincidió en que el rojo primario del último trimestre será de alrededor de $460.000 millones. Por su parte, la consultora Delphos concordó en que el rojo primario estará por debajo de lo esperado y en torno a 7% del PBI en el total del 2020.
Desde el Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación Germán Abdala (ITE-FGA) afirmaron: “Si tenemos en cuenta las perspectivas para los próximos meses, es esperable que el cierre del año arroje un déficit primario entorno al 6,5% del PBI”. Además destacaron que, en promedio, la brecha entre la variación interanual de los ingresos y los egresos “comenzó a acercarse luego de generar una diferencia de casi 80 puntos porcentuales durante el segundo trimestre, pasando a un diferencial de 38 puntos en el tercer trimestre”. Y estimaron que en el último trimestre será de 26 puntos.
Lo más recesivo es devaluar
Fina línea: por un lado, las novedades son positivas para el mayor problema que enfrenta la economía desde, por lo menos, abril del 2018 (aunque el asunto es histórico), que es la inestabilidad cambiaria. Por otro, en plena reactivación, cada vez más lenta, resulta negativo que el único actor económico que genera demanda, el estado, busque moderar sus gastos. Pero lo cierto es que sin dólar estable no hay recuperación posible de la actividad.
Desde PxQ explicaron: “Es el problema del huevo y la gallina. El gasto debería ajustarse una vez que se recupere la economía; pero, actualmente, el gasto aumenta la liquidez, presiona a la brecha y a las reservas y, al final del día, si eso deriva en una devaluación, la recuperación se transforma en recesión”.
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