Países miembros del Fondo Monetario -como Alemania y Japón- exigen un compromiso muy firme de la Argentina de que esta vez cumplirá las metas acordadas.
El equipo económico continúa las negociaciones con los técnicos del FMI, en medio de dudas sobre si se pagará un vencimiento de esta semana.
El objetivo es obtener el anticipo de desembolsos del organismo tras definir nuevas metas, teniendo en cuenta el daño provocado por la sequía en materia de reservas, recaudación y objetivos fiscales.
El ministro de Economía, Sergio Massa, recién viajaría a Washington cuando haya acuerdo por escrito, según la expectativa que se maneja en el Palacio de Hacienda.
La negociación no es fácil, ya que existen países miembros del Fondo Monetario -como Alemania y Japón- que exigen un compromiso muy firme de la Argentina de que esta vez cumplirá las metas acordadas.
En la conversaciones también hacen ruido las últimas declaraciones de la vicepresidenta Cristina Kirchner, quien reclama una renegociación amplia con el organismo multilateral, al que cuestiona por haber otorgado en su momento un préstamo récord a la administración de Mauricio Macri.
La Argentina busca un adelanto de los desembolsos del organismo para intervenir en el mercado cambiario y garantizar cierta tranquilidad en la previa electoral.
Pero los técnicos del FMI temen que las intervenciones cambiarias, sin corregir el tipo de cambio, terminen licuando buena parte de los adelantados de fondos.
En el mercado financiero también preocupa no sólo la cantidad de reservas, sino también la calidad, ya que incluyen una participación cada vez mayor de DEGs -la moneda del FMI- y yuanes, la divisa china que se viene devaluando frente al dólar en las últimas semanas.
El Gobierno debería cumplir con un pago al FMI por US$ 2.700 millones a más tardar el 30 de junio próximo.
Con ese esquema, sería casi imposible destrabar los nuevos desembolsos antes de esa fecha.
Por eso, todo indica que la Argentina deberá pagarle al organismo con dólares por primera vez, lo cual busca ser cambiado por los negociadores elegidos por Massa.
También preocupa que el BCRA tenga reservas netas negativas por US$ 1.600 millones y, de pagar los US$ 2.700 millones al FMI antes del próximo desembolso, pasarán a ser negativas en más de US$ 4.000 millones, lo que reforzaría las presiones sobre el tipo de cambio.
El objetivo de Massa es que una vez que se haya cerrado el esquema general del acuerdo viajen funcionarios de su equipo (seguramente Gabriel Rubinstein y Leonardo Madcur), y cuando esté redactado iría él para firmarlo.
Hace unos días, la directora de Comunicaciones del FMI, Julie Kozack, dijo en una conferencia en Washington que el staff del organismo y los funcionarios argentinos continuaban trabajando “fuerte” y “muy estrechamente” para mover hacia adelante el programa de la Argentina con el FMI.
Detalló tres objetivos de la negociación: salvaguardar la estabilidad, mejorar la sostenibilidad fiscal y fortalecer las reservas.
“Los equipos han estado trabajando muy duro juntos. La situación en la Argentina es muy compleja”, avisó Kozack.
En el Gobierno argentino especulan con que el Fondo no está dispuesto a dejar que el programa con la Argentina se caiga porque ese crédito por más de US$ 45.000 millones concedido al Gobierno de Macri representa el 40% de lo comprometido por el organismo, donde también pesan las internas.
No obstante, “hay un grupo importante dentro del Fondo que piensa que es demasiado riesgoso adelantar todos los desembolsos”, dijo el ex director del Hemisferio Occidental del Fondo Claudio Loser.
La expectativa es que “el FMI refinancie los vencimientos de aquí a septiembre (US$ 6.815 millones) y otorgue en concepto de dificultades por la sequía un adicional que serviría para cubrir las necesidades del próximo trimestre”, dijo Loser.
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