En el séptimo día de las acciones militares, mientras Moscú intensifica la ofensiva sobre Kiev, las principales potencias occidentales aúnan esfuerzos para aislar y doblegar en el terreno económico al gobierno de Putín.
En el séptimo día de la invasión militar a Ucrania, Rusia sumó este miércoles triunfos militares pero también nuevas sanciones económicas y condenas políticas, incluyendo una resonante votación en su contra en la Asamblea General de la ONU, mientras se confirmó que mañana proseguirán las negociaciones que abren una tenue luz de esperanza.
Según autoridades ucranianas, más de 2.000 civiles fallecieron y mucha infraestructura fue destruida en esta semana, mientras Rusia, en lo que fue su primer balance oficial, reconoció la muerte de 498 de sus soldados (Kiev dice que son cerca de 6.000) y otros 1.597 heridos.
Las cifras son parciales y siempre discutidas por ambos bandos, pero lo cierto es que aumentan a medida que avanzan los combates en el territorio.
Tropas rusas aterrizaron este miércoles en Jarkov, al este y segunda ciudad ucraniana en cantidad de habitantes, donde se reportaron bombardeos a la sede de los servicios de seguridad y una universidad, y además aseguran haber tomado el control de Jerson, ubicada al sur, a orillas del mar Negro.
Las imágenes satelitales muestras que las fuerzas rusas siguen concentrando artillería y blindados en dirección a Kiev, lo que hace temer un asalto a la capital y que se repitan imágenes como la del ataque contra la torre de televisión que dejó cinco muertos.
“Amigos. Querido pueblo de Kiev. El enemigo está concentrando sus fuerzas cada vez más cerca de la capital”, alertó el alcalde Vitali Klitschko en su canal de Telegram.
Durante su avance, Rusia informó que su Ejército tomó el control de los alrededores de la central de Zaporiyia, la planta de energía nuclear más grande de Ucrania y de Europa, localizada en el sureste del país, a 60 kilómetros de la ciudad industrial del mismo nombre.
El director general del organismo mundial de control nuclear, el argentino Rafael Grossi, advirtió del peligro que representan los combates cerca de instalaciones atómicas y dijo también que Ucrania no está desarrollando armas nucleares, como dijo temer Rusia.
El titular del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) dijo en conferencia de prensa que estaba “gravemente preocupado por la situación” y afirmó que es “la primera vez que un conflicto militar está sucediendo en medio de instalaciones de un programa nuclear vasto y establecido”, según informó la agencia de noticias Europa Press.
En ese contexto, que incluye también la huida ya de cerca de 900.000 ucranianos a países vecinos, se desarrollará este jueves la segunda ronda de las negociaciones entre las delegaciones rusa y ucraniana.
Los representantes de se reunirán en la región bielorrusa de Brest, en la frontera con Polonia, con la opción de un cese al fuego todavía en la mesa, aunque las partes mantienen sus diferencias.
Ambas delegaciones se reunieron el lunes pasado sin llegar a ningún acuerdo: Kiev exige un alto al fuego y la retirada de las tropas rusas, mientras que el Kremlin, según lo manifestado por el presidente Vladimir Putin en una conversación con su homólogo francés, Emmanuel Macron, pretende el reconocimiento de Crimea como su territorio, la “desmilitarización y desnazificación” de Ucrania y la promesa de que frene su ingreso a la OTAN.
La comunidad internacional también busca presionar para que terminen las hostilidades.
La Asamblea General de la ONU aprobó por amplia mayoría una resolución para “exigir” a Rusia el cese de su invasión y la retirada de sus tropas.
La resolución, que no tiene peso sancionatorio pero sí el fuerte simbolismo de provenir del organismo multilateral más amplio, fue aprobada con 141 votos a favor, entre ellos la Argentina, cinco en contra y 35 abstenciones.
Rusia, Bielorrusia, Corea del Norte, Eritrea y Siria votaron en contra, mientras que, entre otros, China, Bolivia, Cuba, El Salvador, India, Irán, Irak, Kazajistán, Nicaragua y Pakistán se abstuvieron.
El texto aprobado, promovido por los países europeos, “deplora en los términos más fuertes la agresión de la Federación de Rusia contra Ucrania” en violación del artículo 2 de la Carta de Naciones Unidas, que prohíbe recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza e insta a todos los miembros a que respeten la soberanía, la integridad territorial y la independencia política de cualquier Estado.
El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, celebró la aprobación y consideró que los “destructivos” resultados de la votación para Rusia, que tildó de “agresor”, muestran de forma “convincente” que se creó una “coalición ‘anti-Putin’ global” y “está funcionando”.
En ese marco, la Unión Europea (UE), Estados Unidos y el Reino Unido suman cada día nuevas sanciones económicas a sus condenas políticas.
Una de las represalias de mayor impacto fue oficializada este miércoles: el bloque europeo excluyó del sistema de transacciones financieras Swift a siete bancos rusos, sancionados por la invasión.
El listado de bancos sancionados incluye al VTB, el segundo mayor de Rusia, pero excluye a Sberbank, el mayor del país, y también al Gazprombank, por donde se tramitan pagos europeos por importaciones de gas y petróleo ruso, según informó la agencia de noticias AFP.
Si bien el Sberbank quedó afuera, la principal entidad bancaria de Rusia anunció hoy que abandona casi todo el mercado europeo -con excepción de Suiza- por el impacto de las medidas.
La UE y el G7, previendo la posibilidad que las autoridades rusas intenten burlar las sanciones mediante las criptomonedas, adelantaron además que buscarán la forma de limitar el recurso a esas monedas digitales que no son reguladas por ninguna entidad financiera.
Sin embargo, el ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov, le resto importancia a estas medidas: “Somos capaces de resistir cualquier presión; si alguien tiene alguna duda al respecto, le recomiendo que lea la historia de Rusia (…) y la historia de aquellos episodios de nuestra vida en los que fuimos invadidos por ejércitos enemigos”.
El 24 de febrero Rusia lanzó una ofensiva militar en Ucrania bajo la justificación de que el Gobierno de Kiev venía cometiendo crímenes contra los habitantes de dos provincias rusoparlantes en la región del Donbass a las que, previamente, Moscú había reconocido como Estados independientes.
El reclamo del Kremlin incluye la violación por parte de Ucrania de los Acuerdos de Paz de Minsk, de 2014 y 2015, que obligaban a Kiev a darle a esas dos ciudades -Lugansk y Donetsk, que en sendos referendos votaron por separarse de Ucrania- autonomía y posibilidades de elegir sus propias autoridades regionales.
Ucrania, en cambio, afirma que con la operación militar Rusia pretende arrasar con la cultura y la historia ucraniana y derrocar a Zelenski para promover que llegue al poder un dirigente cercano a Moscú.
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