Esta es la historia de Fabrizio Cortéz, un pibe de 13 años de Villa Guillermina, que le pidió un mouse (ratón para la PC) nuevo a su madre, ella le contestó que si quería comprar eso, haga algo. Así comenzó esta historia.
Llegar a la casa de Fabricio no es complicado, “en Villa Guillermina nos conocemos todos” dicen los propios pobladores de la localidad de unos 5.000 habitantes.
El pueblo que fue uno de los principales asentamientos de La Forestal hoy está empobrecido por la falta de inversiones y las condiciones desfavorables en las que fue quedando cuando se fue el tren y el Estado no ayudó a continuar con el progreso.
“Esa, la casa rosada de la esquina”, te ubican rápidamente los vecinos cuando se pregunta por fabri_cortez456, lo que pocos conocen es la habilidad de este preadolescente.
Vive con su madre y en la casa también funciona el negocio familiar, una panadería, así es que aprovechando las visitas al local tomó esta iniciativa, si bien no pudo vender ningún dibujo, sorprendió a todos con su capacidad para esta práctica.
Un frente desgastado, las paredes de la verja perimetral han visto mejores tiempos. Pero como decoración se encuentra un hermoso jardín florido. Con palabras nos es complicado explicarlo, ojalá tuviéramos la muñeca de Fabri y les dibujaría la casa. Tendremos que conformarnos con decirles que es una casa que tiene varios años y que los dueños intentan mantenerla con esfuerzo. Bueno no quedó tan mal, avancemos.
No sabemos (tampoco importa tanto a la cuestión) si Fabri o su familia simpatizan con el gobierno de Alberto Fernández, pero es la primera vez que vemos al Presidente caricaturizado como un personaje de Among Us.
Fabri es amable y como nerd amante de los videojuegos su historia nos atrapó demasiado rápido, tanto que nos costaría mantener esa distancia necesaria entre los “periodistas” y el entrevistado. Nos encanta lo que hace y se nos hace imposible dejar de mirar sus dibujos y darle likes a todos ellos en Instagram.
Bueno volvamos a la historia formal. Fabri necesitaba un mouse nuevo y la madre le dijo que si lo quería que hiciera algo. Quería demostrarle que las cosas cuestan y hay que ganarlas. Él no titubeó y decidió poner un cartel en la panadería de la familia. “Vendo dibujos”, decía y esto hizo explotar la historia.
Si bien es cierto que nadie le compró los dibujos la historia recorrió varios medios de la provincia que, enterados de la situación, decidieron conocer un poco más.
Tal vez, solo tal vez, esta historia pueda abrirle las puertas que necesita para convertirse en el ilustrador que sueña. Y, tal vez, podamos pronto ver sus ilustraciones en otras latitudes. Solo resta tener paciencia y esperar.
Fuente: Agencia eu!
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