Hacía 11 años que no había deflación en el Índice de Precios Internos al por Mayor. Aunque intervinieron varias variables internas, la baja fue por el derrumbe del barril de petróleo. Se espera que impacte en los costos empresarios.
Los precios mayoristas marcaron deflación en abril. Aunque la profunda contracción económica, la relativa calma del dólar y el congelamiento de tarifas colaboraron a moderar los movimientos de precios del mes pasado, la principal explicación de la variación negativa de 1,3% apareció por un factor externo: la caída del precio del petróleo. Hacia delante la expectativa es que la dinámica deflacionaria de los mayoristas, que alivia costos de las empresas, le quite más presiones al IPC.
La categoría Petróleo crudo y gas marcó una baja mensual de 27,8% y tiró a la variación del Índice de Precios Internos al por Mayor (IPIM), publicado ayer por el Indec, al subsuelo. Además, los productos refinados del petróleo registraron también una baja mensual, esta vez de 3,2%.
El director ejecutivo de Seido, Matías Carugati, explicó: “A la baja la explica el petróleo. El resto de los precios tuvo variaciones positivas. Pero como el tipo de cambio estuvo controlado, tampoco hubo muchos motivos para que se observe un salto un importante en los otros insumos, con la demanda tan limitada. Uno esperaba un IPIM en línea con la desaceleración del IPC Nacional en abril”.
Desde la consultora ACM destacaron que la desaceleración que mostró el IPIM, que pasó de una interanual de 51,8% en marzo a una de 43,2% en abril, le quita presiones a la dinámica de precios minoristas por venir. Y es que los mayoristas dan cuenta de las variaciones en una canasta formada principalmente por insumos productivos, con fuerte incidencia de los bienes transables. A priori, a menos costos para las empresas, menos necesidad de remarcar en bienes finales. “En marzo la inflación mayorista se ubicó nuevamente por debajo de la inflación minorista, factor que podría reducir las presiones inflacionarias en el corto plazo”, afirmó ACM.
Al respecto, Carugati sostuvo: “Al reflejar la dinámica de costos, uno pensaría que debería influir en los minoristas. Pero para pensar hacia adelante qué ocurrirá con la inflación es preferible observar lo que ocurrirá con los regulados, que van a estar congelados hasta el año que viene, y qué pasa con los comercios, que están cerrados. El tema de que estemos dentro de nuestras casas implica que no hay demanda de muchos productos y eso no permite demasiadas subas. Además la cuestión clave es la del dólar, que en el corto plazo va a estar controlado. Habrá que ver qué ocurre en unos meses”.
En total, los productos nacionales registraron una baja de 1,7%, tironeada, tal lo indicado, por el petróleo. Los importados, en cambio, tuvieron una suba de 3%, para lo cual influyó la devaluación de 3,6% en el precio del dólar, durante abril. Los precios del agro, en la misma sintonía, subieron 5,4% (además de la depreciación, en marzo hubo una baja de retenciones para todos menos la soja). La energía eléctrica cayó 0,2%, gracias al congelamiento.
El nivel deflacionario del IPIM fue un hecho extraordinario. Desde la de 0,1% en enero del 2009 que no se registraba una baja de precios en ese indicador. Lo más parecido fue una variación nula en enero del 2015.
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