La muerte de un afroestadounidense en Luisiana, ocurrida en mayo de 2019, parece camino a esclarecerse 742 días después, a partir de la difusión de videos que desarman dos versiones policiales iniciales y diferentes y exhibe crudamente la responsabilidad de los agentes de seguridad, con lo que el caso amenaza convertirse en otro escándalo de racismo.
Antes de que se conocieran estos videos, en los que se ve el uso repetido de pistolas de electrochoque, la Policía había dado dos versiones: la primera, que Ronald Greene murió en un choque cuando era perseguido, y la segunda, que sobrevivió al accidente pero que hubo un forcejeo con los agentes y que su muerte fue camino al hospital.
Sin embargo, imágenes de cámaras que llevaban los agentes, así como videos adicionales divulgados por el Estado, mostraron una versión diferente.
Los policías abrieron la puerta del auto de Greene -un barbero de 49 años- y lo dominaron con una pistola paralizante mientras el afroestadounidense les gritaba “¡Lo siento!” y “¡Tengo miedo!”.
Un agente lo tiró al suelo y le apretó el cuello mientras le pegaba en la cara. Aún en el suelo y esposado, Greene recibió nuevas descargas de la pistola de electrochoque y después estuvo nueve minutos tirado, mientras los policías se limpiaban la sangre de sus manos.
Las imágenes marcan un giro absoluto en el caso, que comenzó el 10 de mayo de 2019, cuando los policías intentaron detener el auto de Greene, aparentemente por una infracción de tránsito.
Familiares del muerto dijeron que inicialmente la policía les informó que durante la persecución el auto del barbero chocó contra un árbol.
Un informe policial posterior, no obstante, señaló que Greene sobrevivió al choque y forcejeó con quienes querían arrestarlo, y que el afroestadounidense murió mientras era llevado al hospital.
Solo un tiempo después, la policía estatal admitió que sus agentes debieron recurrir a la fuerza durante el arresto, que consideraron justificado, consignó la agencia de noticias AFP.
En mayo del año pasado, la familia de Greene demandó a la policía por homicidio culposo y basó su acusación en la paliza que recibió el barbero y que lo dejó sangrando y con un paro cardíaco.
La demanda destacaba que el auto de Greene no tenía señales de haber embestido el árbol como decía la versión inicial y el airbag ni siquiera se había abierto. También se indicó que una autopsia independiente encontró graves lesiones en la cabeza que no se ajustaban a un accidente de auto.
En septiembre las autoridades federales comenzaron a investigar el caso.
Uno de los tres agentes mencionados en la demanda de la familia fue suspendido, pero volvió a su cargo; otro murió en un accidente de auto horas después de haber sido despedido por su relación con el caso y el tercero fue arrestado en febrero en otro caso que también implica uso excesivo de fuerza.
Las muertes relacionadas con la violencia policial quedaron en el centro de la escena especialmente desde la muerte, hace un año, de George Floyd en Minneapolis, un caso en el que también una filmación hizo caer la versión policial inicial.
En ese caso, la justicia postergó hasta marzo de 2022 el juicio a tres expolicías de Minneapolis, para dejar que avance el proceso federal contra ellos. Un ex agente, Derek Chauvin, ya fue declarado culpable.
El asesinato de Floyd, del que se cumple un año el próximo martes, revivió el debate sobre la brutalidad y el racismo policial y desde entonces decenas de casos ganaron difusión.
A fines del mes pasado la policía de Alameda, en el norte de California, publicó imágenes en las que se ve a varios agentes reduciendo violentamente a un hispano en el piso durante más de cinco minutos hasta causarle la muerte. Se trataba de Mario Arenales González, de 26 años.
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