
Desde Buenos Aires, el dibujante Gabriel “Fix” Flores conversó con La Grieta sobre su presente laboral, su mirada sobre la adaptación televisiva de El Eternauta y la vigencia de la historieta argentina como expresión cultural y política. Radicado desde 2017 en el barrio porteño de Paternal, Flores reparte su tiempo entre la docencia y su trabajo como ilustrador para editoriales independientes de cómics en Estados Unidos. “La industria nacional está un poco parada, así que hoy somos mano de obra para afuera”, resumió.
La conversación giró en torno a la exitosa serie de Netflix basada en la obra maestra de Héctor Germán Oesterheld, una de las más vistas a nivel mundial en la plataforma. Para Fix, el fenómeno tiene una raíz clara: “El Eternauta pegó fuerte porque lo que cuenta nos representa. No es un superhéroe norteamericano salvando Manhattan, sino un grupo de vecinos tratando de sobrevivir en una Buenos Aires que conocemos todos”.
Una narrativa argentina
“El lugar en El Eternauta no es solo un escenario, es un personaje más”, explicó el artista. “Eso ya lo hizo bien Stańaro con Okupas o Pizza, birra, faso. En esta serie, el Monumental de River, las calles porteñas, el clima, todo es parte del relato. Y eso interpela. A mí, que viví en Reconquista, me hacía pensar cómo sería esa invasión en mi ciudad. ¿Resistiríamos en la Tercera Brigada Aérea? ¿Nos atrincheraríamos en Platense o El Porvenir?”, se preguntó.
Fix rescata la tradición de contar desde lo cotidiano, como lo hacía Oesterheld en los años 50: “Antes, las aventuras eran siempre en el lejano oeste o en guerras europeas. Oesterheld vino a decir ‘¿y si esto pasara acá, con nuestra cultura, nuestras calles, nuestra idiosincrasia?’ Eso fue disruptivo”.
El mensaje del traje atado con alambre
Para Flores, El Eternauta condensa como pocas obras el ADN argentino. “El ícono de la historia es un tipo que se arma un traje con lo que tiene en su casa. Eso es puro argentinismo: resolver con lo poco, con ingenio, con alambre si hace falta. Pero sobre todo con la ayuda de otros. Porque el mensaje más fuerte es que nadie se salva solo. El héroe no es un individuo musculoso, es el colectivo”.
Frente a quienes critican la adaptación por sus diferencias con el cómic original, Flores fue claro: “El material original sigue ahí, nadie lo toca. Pero esto es una adaptación, una nueva exploración. Que no aparezca Martita o que cambien cosas no lo arruina. Lo importante es que mantenga el espíritu: el héroe colectivo, la lucha, la supervivencia”.
Historieta nacional: entre el olvido y la resistencia
En la charla, Fix también se refirió al lugar de la historieta argentina en la actualidad. “Tenemos una tradición riquísima, con autores como Oesterheld, pero también Robin Wood, el creador de Nippur y Dago. Historias que siguen vigentes porque están bien contadas, porque no son panfletarias. La política está, pero no es un cartel. No es ‘esto está bien y esto mal’. Es una historia humana de supervivientes”.
Recordó, además, que durante la gestión de Mauricio Macri se prohibió la distribución de El Eternauta en las escuelas: “Decían que era panfletario, pero lo que hay ahí es una historia que te hace pensar. ¿Con quién me encerraría si mañana empieza la nevada mortal? ¿Con quiénes puedo sobrevivir? Esa es la pregunta”.
Una puerta que se abre
Para Fix, la serie de Netflix representa una oportunidad: “Me potencia la capacidad soñadora. A partir de esto, pueden abrirse puertas para adaptar otras historietas argentinas. Y si la gente ama a personajes de The Walking Dead que ni aparecen en el cómic original, ¿por qué ser tan duros con lo nuestro?”.
Ya hay confirmación de una segunda temporada, e incluso de una tercera. “Tengo colegas trabajando en la producción, y están entusiasmados”, comentó.
Flores también destacó que la adaptación logró atrapar desde el primer capítulo, pese a las diferencias con la historieta: “Entendí que no iba a ser literal, y me dejé llevar. Hay otra historia por contar, y eso también es válido”.
De la marginalidad a la narrativa con profundidad
En la parte final de la entrevista, el dibujante recordó los orígenes humildes de la historieta: “Nació en los márgenes de los diarios, cuando sobraba espacio. Era entretenimiento menor. Oesterheld cambió todo eso. Le dio profundidad, humanidad. Diez años antes de que Stan Lee hiciera a Peter Parker, Oesterheld ya escribía sobre un tipo con problemas reales que tenía que enfrentarse al apocalipsis”.
Hoy, dice Fix, esa mirada sigue vigente. “La historieta no es solo dibujo. Es contenido. Es historia. Y es nuestra. Por eso emociona tanto verla en pantalla”.
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