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Coronavirus: Wall Street bancó pero vienen días difíciles

El avance del coronavirus a nivel global hace reinventar todos los libros de prevención de crisis. En todos los grandes mercados internacionales se repiten las noticias: baja dramática en la inversión y decisiones poco explicables desde la racionabilidad en cuanto a la salida de papeles de empresas, hasta hace poco tiempo, exitosas. Incluso el rol de la Fed está cuestionado. En medio de la tormenta generada por la expansión de la enfermedad, Argentina debe protagonizar un hecho histórico: lanzar su reestructuración de deuda con privados y cerrar una negociación con el FMI. Aún nadie sabe si el contexto ayuda o complica.

La Fed vio venir la aceleración de la epidemia de coronavirus en los EE.UU. y despachó el martes medio punto de recorte de tasa. Como diagnóstico precoz, excelente. Jay Powell empuñó la rebaja con un único foco infeccioso en el estado de Washington y hoy ya hay cuatro en emergencia: se sumaron California, Maryland y Nueva York. La mitad de los estados del país registran la enfermedad, pronto serán todos; y comenzó el cierre de escuelas y actividades como es de rigor cuando el virus perfora la estrategia de contención. Powell se movió antes que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) que demoraron increíblemente los kits de prueba para detectar el Covid-19 y recién se ponen a tono con la urgencia. Como tratamiento de la enfermedad, o sus síntomas, no cuenten con la Fed. Para atajar sus consecuencias, ya dio el presente antes que nadie.

La Bolsa no es el paciente estrella del Banco Central como se cree. No será Powell quien dirima la pulseada al rojo vivo entre bulls y bears. Sí le incumbe la salud del crédito. Evitar su destrucción es la tarea principal por delante, más que salvar a la economía de una recesión formal. En efecto, ¿qué podrá hacer la baja de tasas para estabilizar la actividad económica en una región si se le impone una cuarentena? Basta observar los mapas de la NASA que muestran la polución sobre el cielo de China antes y después de las restricciones sanitarias para ver que la merma es vertical, absoluta. Ni siquiera se le arrima el momento Lehman de 2008. ¿Quiere decir que la situación es más grave? Error. Lo que vemos es el efecto ampliado de un sabbat, o un domingo de rígido descanso. Frenar el desborde de una epidemia exige la aplicación de un feriado forzoso, prolongado, en condiciones de aislamiento estricto, antes de poder retomar la rutina. ¿Lo llamaremos una recesión? No lo hacemos con los fines de semana largos, el carnaval o las semanas doradas de Asia. Como sea, el coronavirus nos empujará a una recesión puntual, o a una leve contracción, o a una reducción no prevista de días hábiles, y la Fed no podrá alterar esa realidad. Habrá menos producción y menores ingresos sin una reducción proporcional en las obligaciones y cuentas a pagar. ¿Por cuánto tiempo? No se sabe. ¿Y se recuperarán los ingresos y la producción? Su nivel, sí. Los cines vacíos, tarde o temprano, volverán a poblarse. La recaudación regresará a su caudal, pero las entradas que no se vendieron se habrán perdido. La crisis crediticia – el llamado credit crunch – es la gran amenaza real. Una cadena de impagos y temores de bancarrota nos puede instalar de lleno en una recesión como Dios manda. Sortear ese escollo, o suavizar sus aristas, es lo que tiene Powell en mente. No peleará solo. En menos de lo que canta un gallo se usará el arsenal completo – monetario y fiscal – del G-20. Las noticias era buenas pero el viernes los diferenciales de riesgo crediticio acusaron el primer signo de fragilidad preocupante en los mercados de capitales.

Las próximas dos semanas serán de terrible ajetreo. La OMS ya señaló que para cada país el combate al virus debe ser su prioridad. No habla de pandemia – ¿para qué, si no salvará a nadie y provocaría una zozobra? – pero nos dio su mejor definición. La Bolsa sobrevivió a una sucesión de ruedas con la altísima volatilidad que tanto distingue a un mercado bear. ¿Aguantará dos semanas más así? Ya pasamos a la fase italiana de la epidemia. Ningún país registra hoy más muertes por día: 49, el viernes. Y tiene que aislar a la Lombardía, 16 millones de personas, un cuarto de la población, para frenar la peste exponencial. ¿Tomará EE.UU. la posta? Que no nos sorprenda. Tampoco la tormenta financiera. El S&P 500 no visitó los mínimos del 28 de febrero (a 12,7% de los récords) y se querrá saber dónde está el piso. En 2011 y 2018 el mercado bull se defendió con éxito pero no sin antes retroceder 20% hasta el borde mismo de la derrota a manos de los bears. ¿La Fed esperará hasta la reunión del 18 para volver a intervenir? Es muy lejos. ¿Le alcanzará con recortar las tasas? Si la calma se mantiene y no se pierden los estribos. Igual ya habrá revisado programas como el TALF y muchos otros que extendieron el crédito al sector privado cuando cundió el pánico por el virus hipotecario subprime.

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