Reconquista SF

WhatsApp: (03482) 15 521512

La columna del domingo

ACOMPAÑAME

Es difícil estar siempre. Toda la semana de trabajo, agotados, esperando con ansias el viernes o sábado a la tarde para, por fin, descansar. Y una vez alcanzada la meta, prestos a sentarnos en el sofá a ver el fobal o la serie que tanta intriga nos generó el capítulo anterior, se escucha: “mamá, papá; hoy juego a las 18 pero tengo que estar a las 16 por las dudas”.

Y ahí hay que estar. Siempre. Y se los digo por experiencia personal. Mi viejo pocas veces podía ir, por temas laborales. En ese momento decía estar contento de que nadie vaya a verme. Es más, cuando lograba zafar y me preguntaba ¿vamos?, automáticamente respondía que no. Que me ponían nervioso o que no hacía falta.

Puras patrañas. Lo primero que hacía las veces que iban,era mirarlos, constantemente. Que no se vayan. Que estén atentos a todo lo que hacía. Que me vean. Nunca un niño dirá “no vayan” y lo dirá en serio. Necesitan sentir el apoyo, que siempre están detrás suyo para lo que necesiten.

Cada “no vayan” es un grito desaforado que dice: “necesito verlos ahí cada tiro al arco, cada vez que lanzo al aro, cuando me caigo, las veces que hago el ridículo”. Nos necesitan hasta Dios sabe cuándo. Tengo 36 y todavía necesito de los míos. Solo hace falta hacer el ejercicio de retroceder nosotros mismos un rato y ahí estaremos, con ellos, siempre.

Un niño es un rompecabezas. Uno que debemos ir armando minuciosa y concienzudamente. Con errores en el camino, porque manuales sobre “cómo ser padres” lamentablemente no existen. Y si los hay, seguramente los escribieron quienes aún no lo fueron. Cuando te mira por primera vez, todos los papeles se van al fuego.

Y el deporte, desde la óptica muy personal de quien escribe, es una pieza fundamental en este enigmático puzzle. Recibo muchas críticas cuando digo: “aprendí más en el club que en la escuela”… principalmente porque para la literalidad están de campeonato. Pero, aunque lo digo más para realzar el valor propio de la actividad deportiva, también tiene su dejo de verdad.

Todo lo que en la escuela me “obligaban” a hacer, en el club lo hacía sin darme cuenta. Respetaba horarios, defendía compañeros, entendía que si no me esforzaba no jugaba. Y lo más hermoso de todo, disfrutaba enormemente de hacerlo. Más adelante aprendí que todo eso que hice con alegría, me preparó para algo llamado “vida adulta”.

Así que ahí hay que estar siempre, con ojeras, con ganas de estar en “patas” en casa. Escuchando el partido de nuestro equipo por radio. Y ojo, estar. Nada más que eso. Ya hablaremos en otro momento de los “papis tóxicos”, esos que insultan rivales y exigen a propios. Para ellos habrá un espacio, más adelante.

 

 

 

 

 

 

Chatea con nosotros
1
Hola, en que podemos ayudarte?
Hola, como podemos ayudarte?