El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, fracasó en el encargo que le dio el presidente Reuven Rivlin para conformar un nuevo Gobierno y, aunque el mandatario puede darle otras dos semanas para renovar el intento, todo indica que se volvió a la misma parálisis poselectoral de los últimos años que ni el oficialismo ni la oposición logra romper.
El partido de Netanyahu, el Likud, logró 30 escaños en las elecciones parlamentarias de marzo pasado, las cuartas en menos de dos años, y recibió el encargo de Rivlin de formar Gobierno, para lo que necesitaba una mayoría de 61 miembros de los 120 del parlamento israelí, un pleno históricamente atomizado y generador de coaliciones inestables.
Pese a sumar algunos escaños más en marzo, las últimas semanas de conversaciones y gestiones no dieron resultado y esta medianoche (las 18 de Argentina) el primer ministro más longevo en la historia de Israel, con un proceso por corrupción abierto en su contra, se le venció el plazo sin conseguir la mayoría necesaria para renovar otro mandato.
“Poco antes de medianoche, Netanyahu informó a la Presidencia que fue incapaz de formar Gobierno”, indicó en un breve comunicado la oficina de Rivlin, según la agencia de noticias AFP.
El fracaso de 28 días alienta las chances del líder de la oposición, Yair Lapid, quien buscó aprovechar el luto del país por la avalancha que mató a 45 personas, entre ellas un joven argentino, el viernes durante una peregrinación para esmerilar al primer ministro.
“Esta tragedia podría haberse evitado”, advirtió Lapid y acusó a Netanyahu de haber mantenido abierto este lugar de peregrinación. Pidió luego la formación de un gobierno “responsable”.
“Ha llegado el momento de un nuevo Gobierno. Este Gobierno no será perfecto, pero asumirá sus responsabilidades y se centrará en la gestión del país”, dijo ayer Lapid, quien dejó en claro que sabe cómo reunir a partidos de la derecha, izquierda y centro para alcanzar los 61 diputados necesarios.
Netanyahu intentó formar un “Gobierno de derecha” con sus aliados de los partidos judíos ultraortodoxos, la fuerza de derecha radical Yamina y la extrema derecha Sionismo Religioso, pero aún así sumaba 59 diputados y le seguían faltando dos.
Intentó por eso recuperar a los disidentes de derecha que habían abandonado el Likud para formar el partido conservador Nueva Esperanza y hasta cortejó al partido islamista Raam.
Para que la oposición intente armar Gobierno debería, antes que nada, recibir ese encargo de Rivlin.
El antiguo jefe del Ejército Benny Gantz reveló que había hablado “con todos los líderes de los partidos favorables al cambio para pedirles que recomienden que Lapid reciba el encargo de formar Gobierno”, y después formarlo “en unas horas”.
Pero una vez reunidas las voces abiertamente “anti-Netanyahu” en el seno de la izquierda, del centro y de la derecha, el “bloque del cambio” solo obtendría 51 diputados, por lo que necesitará otros diez escaños de los partidos palestinos de la formación de derecha Yamina, dirigida por Naftali Bennett, a quien Netanyahu propuso ayer -sin éxito- el puesto de primer ministro en una rotación de poder.
Si la oposición logra formar Gobierno, Israel vivirá un cambio histórico porque Nentanyahu estuvo 12 años en el poder, y si no, los israelíes tendrían que volver a las urnas, por quinta vez en poco más de dos años.
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